Con la llegada del buen tiempo se evidencian los problemas causados por la falta de cuidados podológicos.

Uno de ellos es el de los talones agrietados o fisuras en el talón que son divisiones en la piel del área del talón. Cuando se ejerce la presión de nuestro peso corporal sobre el talón al caminar y estar de pie, la piel necesita estirarse y moverse un poco.  Si el talón no puede estirarse porque la piel está seca y rígida, ésta se divide.

A partir de los 35 años y a medida que se envejece, la secreción de las glándulas sudoríparas disminuye y la piel se deshidrata con mayor facilidad lo que favorece la aparición de sequedad, descamaciones y grietas en los talones.

Algunas personas tienden a presentar una piel seca por naturaleza que predispone a la formación de grietas.

Por otra parte es importante no descuidar nuestro interior ya que la deficiencia de vitaminas y minerales esenciales en el cuerpo repercute en la falta de nutrientes en la piel que se traduce en claros signos de sequedad.

Algunos trastornos y enfermedades como la diabetes y la obesidad también pueden causar sequedad en la piel del talón.

Los niveles no controlados de azúcar en el cuerpo de las personas diabéticas dañan los nervios de los pies provocando que la piel se seque y por tanto se agriete.

En el caso de las personas obesas, la gran cantidad de peso corporal se concentra en las almohadillas y el talón. A medida que aumenta el peso y la presión, éstos son forzados hacia el exterior y terminan en expansión lateralmente. La piel seca en los pies nos es capaz de soportar la presión y termina rompiéndose.

Además de estos factores, los ambientales como la exposición a temperaturas exteriores extremadamente altas o bajas o el uso de determinados zapatos como por ejemplo sandalias o zapatos abiertos, tienden a causar un incremento del riesgo de aparición de grietas en los talones.

Es por tanto importantísimo que hidratemos nuestros talones a diario para no favorecer la aparición de fisuras o grietas.

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